Intérprete: Hermética
Autor: Hermética
Álbum: Ácido argentino
Año: 1991Análisis y/o Interpretación
El tormento del vino artificial
y su atmósfera parrillera
anestesian la conciencia común,
que transcurre su infancia
en la tierra estomacal
y su atmósfera parrillera
anestesian la conciencia común,
que transcurre su infancia
en la tierra estomacal
Alguien alguna vez dijo que los argentinos somos “pancistas”, es decir,
si tenemos para el vino y el choripán para hoy, no nos preocupamos por mañana.
Es una definición un tanto simplista, pero no deja de tener algo de razón en el
sentido de “auto-anestesiarnos” que tenemos todos para despojarnos de la
conciencia que nos golpea todos los días en la nuca advirtiéndonos cómo nos
están jodiendo la vida. Cada cual busca su propia anestesia para convertirse en
robots no-pensantes: de la casa al laburo y del laburo a la casa y nada de
andar quejándose por ahí porque está mal, muy mal. Y para buscar anestesias
somos como mandados a hacer, algunos optan por la TV chatarra y alienante,
otros por el vino y los asados del domingo, los más por el deporte, la droga y
hasta la música, y hay otros que los alienan a la fuerza con pastillitas
terapéuticas. Pero todos, absolutamente todos, en algún momento de nuestra vida
usamos esta “anestesia” a modo de coraza para que la vida no nos duela tan
adentro… ¿Y quién puede juzgarnos por ello…?
Masticando esta siniestra heredad,
prisionero estoy en mi ciudad natal
donando sangre al antojo de un patrón
por un mísero sueldo
prisionero estoy en mi ciudad natal
donando sangre al antojo de un patrón
por un mísero sueldo
Desgraciadamente todo se hereda, hasta la miseria. Es muy natural que
aquel que estuvo prisionero toda su vida en cierta capa de los estratos
sociales que definen nuestra sociedad, traslade, aprisione, encadene, heredando
a sus hijos sus miserias, sus desaciertos y sus ilusiones. Esto se da en todos
los estratos sociales, con la diferencia que los estratos más altos tienen otro
tipo de miseria más soportable porque, al menos, tienen cubiertas las
necesidades básicas. Sin embargo, los individuos pertenecientes a los estratos
sociales más bajos, viven y heredan las cadenas de un patrón que los exprime
por unos mangos que no llegan a cubrir el pan de cada día; y esto enloquece a
cualquiera, básicamente porque la herencia es algo que no pedimos ni elegimos,
como los parientes y los vecinos.
Con el cual no logro esquivar
el trago amargo de este mal momento.
Mientras el mundo, policía y ladrón,
me bautizan sonriendo, gil trabajador.
el trago amargo de este mal momento.
Mientras el mundo, policía y ladrón,
me bautizan sonriendo, gil trabajador.
Y claro, aquellos que tienen la “vida hecha”, aquellos que viven con lo
justo, pero que les alcanza, se la pasan “gastando” irónicamente a aquel que la
yuga honradamente para ganarse el pan. Y es aquí en donde se pone en juego otro
de los siniestros desaciertos del ser argentino: “la viveza criolla”, aquella
que considera “piola” a aquel que, sin laburar, o laburando de manera
deshonesta, amarroca el mango y vive tranquilo; por eso “policías y ladrones”,
ambos extremos se tocan en este sentido; en ambas actividades, si bien se la
juegan en cada partida, cobran por hacer muy poco, casi nada; por ello tildan
de “gil trabajador” a todo aquel que se desloma honradamente para ganarse el
pan o para planificar algo mejor para sus hijos. La sonrisa del policía y el ladrón
es cínica, violenta y provocadora, es un karma que debe soportar todo
laburante, además de lo que ya soporta en los laburos alienantes o forzados.
Esclavos de la vida que les tocó vivir, no se apartan del camino porque saben
que a pesar de todo, es la manera correcta de hacer las cosas. Sí, y hasta
soportan tozudamente, el mote de “gil trabajador”.
Bestia humana que duermes aún
de la cuna al ataúd,
extraviada del rumbo a seguir
por ignorar que no existe el fin
del que escapar.
de la cuna al ataúd,
extraviada del rumbo a seguir
por ignorar que no existe el fin
del que escapar.
El trabajo, muchas veces inhumano, se convierte entonces, en una especie
de anestesia que involucra a todo el entorno familiar y se va fabricando de a
poco, la herencia a nuestros hijos. Pasamos de la cuna al ataúd, muchas veces
sin darnos cuenta, tan alienados y forzados estamos levantando el mango para
sostener a la familia. Así, de padre a hijo, se va heredando la miseria en una
dura y monótona lucha cotidiana que parece no tener fin. No hay escapatoria, no
hay un hueco, un resquicio por donde espiar un ratito de luz.
De Pacheco a la Paternal,
de Dock Sud a 3 de Febrero,
mil amigos con el corazón
esperan esta canción
de Dock Sud a 3 de Febrero,
mil amigos con el corazón
esperan esta canción
Pacheco, Paternal, Dock Sud, 3 de Febrero son ciudades (algunas
partidos) del gran Buenos Aires, cuyos habitantes tienen en común esta desgracia
sin escape de la miseria heredada, del trabajo forzado y de la anestesia
necesaria para bancarse el garrón de vivir en una lata, comiendo salteado y con
todo el frío instalado en los huesos.
Para atravesar
el trago amargo de este mal momento
Mientras el mundo, policía y ladrón,
me bautizan sonriendo, gil trabajador.
el trago amargo de este mal momento
Mientras el mundo, policía y ladrón,
me bautizan sonriendo, gil trabajador.
El autor retoma el tema del alcohol que el protagonista de la canción
bebe para pasar el trago amargo que le deparó el destino y la gastada de los
“piolas” del barrio que encima, lo tildan de “gil trabajador”.