sábado, 26 de septiembre de 2015

"Esperando el impacto" - Bersuit Vergarabat




Intérprete: Bersuit Vergarabat
Autor: Bersuit Vergarabat
Álbum: Testosterona
Año: 2005


Análisis y/o Interpretación


¿A dónde iré?
Como un fusil cargado
Tirando a cualquier lado
¿Puede ser de movida, que los tipos se manden una alusión al fracaso del anarquismo? No. No lo creo… Nadie los entendería… Los anarcos son tan viejos…  Me resultaría más poética la cosa si no fuera porque usa palabras como “fusil” y “tirando”. El tipo no sabe para dónde va, es otro perdido más en la gran masa de humanos perdidos de nuestro planeta… Y no es porque no encuentre las llaves de su casa o que no sepa dónde vive… Es sólo que se atrevió a preguntarse ¿A dónde iré…? Es como las preguntas básicas y fundamentales que en algún momento de la vida nos hacemos ¿Quién soy? ¿Para qué estoy? ¿A dónde voy? Y hay más, eh…? Muchas más a medida que el hombre va descubriendo cosas, también se va preguntando cosas, porque una respuesta lleva a otra pregunta y la respuesta a esa pregunta provoca otra pregunta… y así vamos, con el fusil cargado de preguntas que vamos tirando para cualquier lado, buscando una respuesta… aunque sea una…

Es resignación
O es la lucidez
Antes del final
Si uno va por la vida sin preguntas o con ninguna intención de buscar una respuesta, es porque se trata de un hombre resignado, una persona a la que le da lo mismo cualquier cosa, venga de donde viniere, le da igual; para él, la vida es como la muerte pero de pie y caminando, es un ser que está de vuelta de muchas cosas y que puede anticipar casi cualquier pregunta que se haga una persona común, nada espera de la vida y tampoco pide nada, las cosas suceden porque tienen que suceder y nada más, el resto es Dios en alpargatas rascándose la cabeza; un ser resignado es un ser acabado, en todo sentido, acabado en su completitud y acabado en sus intenciones.
Los dos últimos versos hablan de la lucidez antes del final, y esto me recuerda unos versos del viejo Borges que dicen algo parecido a esto: “uno siempre se arrepiente, / cinco segundos antes de su muerte”; y dicen que es así nomás… Como tantos que hablan de haber visto la película (o fotos) de su vida cuando estuvieron al borde de la muerte; pareciera que la persona adquiere cierta lucidez antes del final… Y no sólo sucede esto con respecto a la muerte… Por ejemplo, ¿qué pasa antes de que se desate la tormenta? ¿no hay una calma completa en el aire, en el horizonte, en el ambiente…? Siempre la calma antecede a la tormenta… Siempre la lucidez antecede al fracaso… Quizás sea por eso que haya tantos divorcios en el mundo…

Suelo bucear
En un mar hirviendo
De cara a la libertad
Buscando, siempre buscando respuestas, nos arrimamos o nos metemos de lleno en lugares a los que nunca nos atrevimos a llegar, por ejemplo “en un mar hirviendo”. Y… ¿Por qué buscar el significado del concepto “libertad”, justamente en un mar hirviendo…? ¿Será que mar caliente y libertad tienen algo en común…? Puede que no, sería como traído de los pelos… Pero, se me ocurre, mirándolo desde el lado metafórico, que lo importante no es obtener la libertad, sino mantenerla… Y quizás el tipo bucea de cara a la libertad en un mar hirviendo, para sostener, para mantener, para proteger el pedazo de libertad que le tocó…

Hoy viajo solo y sin volver
Será que el resto es languidecer
“Viaja solo y sin volver” porque es un tipo que ya aprendió muchas cosas de la vida, como dijimos antes, está de vuelta de muchas cosas, a diferencia de sus semejantes; entonces, con quién podría relacionarse o comunicarse un tipo de esta naturaleza, solamente con alguien que esté en las mismas condiciones que él, el tema es que son tan pocos que la posibilidad de encontrarse es caso nula. Por eso muchas personas que se encuentran en este estado de resignación, quieren volver, es decir, adormecerse, ser un hombre masa que lo único que le preocupa es el resultado de su equipo de fútbol… o mirar la televisión hasta que los ojos les cuelguen de la cabeza; pero es inútil, ya no hay vuelta atrás, cuando uno está despierto y resignado, pocas cosas le llaman la atención y pocas cosas le asombran… Francamente es un estado de mierda… Porque seguís con las misma preguntas de siempre, pero ahora sabiendo que la vida es un gran chiste de algún poderoso titiritero. ¿Qué otra cosa nos queda que languidecer ante tanto descontrol incoherente, ante tanta miseria organizada, ante tantas injusticias, cuando, encima, sabemos que nada podemos cambiar… Languidecer… Dejarnos llevar por la vida como si fuera un gran río manso sin recovecos y esperar que llegue la parca para jugarse un truquito y comer una picadita antes que nos lleve a su escondite secreto…
  
Me gusta estar cayendo
Voy esperando el impacto
El tipo sabe que al final del río está la cascada que se lo tragará… No obstante languidece en su canoa y, por primera vez se siente feliz; sabe su destino, pero harto ya de la vida, espera la cascada con ansias para que algo lo sorprenda, para que algo lo saque del tedio que fue madurando durante tantos años, para que algo distinto le suceda, para saberse vivo…

Dejaré mis sueños vencidos
Para otra ocasión
Sabe ya que los sueños son cosas del pasado, consciente de la vacuidad de la vida, los sueños pasan a ser como la zanahoria frente al burro, te inducen a caminar por la vida dormido hasta el día de tu muerte… En otra ocasión, es decir, en la próxima vida, quizás, y sólo quizás, vuelva a perseguir alguno de mis sueños…

Como un Big Bang
Quiero estrellarme
Cerca de la eternidad
Como una gran explosión, el tipo de la canoa busca estrellarse cerca de la eternidad. Esto valida lo que decíamos antes, el tipo espera manso y lánguido en la canoa esperando la caída para estrellarse, desaparecer y volver a comenzar; en esta vida ya no le quedan ilusiones…

Y en le abismo me encontraré
y en la caída te nombraré
A pesar de su languidez, el tipo sabe que mientras esté cayendo, se encontrará con su propio yo, algo que estuvo buscando durante toda su vida, es por eso que espera ansioso la caída. Quizás recuerde, durante la caída, algún momento de felicidad que ha tenido, tal vez por eso, en la cascada, nombre a la persona que amó durante parte de su vida…

Me gusta estar cayendo
Voy esperando el impacto
En la canoa, siente la placidez y la paz del descenso; la caída por la cascada no es violenta, sino todo lo contrario, es lenta, mansa y tranquila; el hombre puede tomarse todo el tiempo del mundo disfrutando de su caída, recordando, buscando su propio yo, esperando el impacto con el fondo del pozo que se lo ha tragado… Quizás quiera tocar fondo para después darse impulso y salir nuevamente a la superficie…

Algo falló
Todo sigue estando
Algo cambió
Todo sigue igual que ayer
El hombre toca fondo, se impulsa y vuelve a la superficie, ve que todo sigue igual, nada ha cambiado, todo está tal cual él lo dejó… Sin embargo, él ya no es el mismo, “algo cambió”, la caída le ha ayudado a encontrarse consigo mismo y, por lo tanto, lo único que ha cambiado es la perspectiva de su propia visión del mundo. No hay salidas… Acomodemos la carga y a seguir viaje.

Sigo esperando el impacto
Sigo esperando el impacto
Voy esperando el impacto
Nuevamente quiere caer, para ver si esta vez algo cambia; es un ser resignado pero que no ha perdido las esperanzas… de la caída… y del impacto…


miércoles, 16 de septiembre de 2015

"Entero o a pedazos" - Catupecu machu




Intérprete: Catupecu Machu
Autor: Catupecu Machu
Álbum: Cuentos decapitados
Año: 2000


Análisis y/o Interpretación


Ay te superaste y lo vi
vi que nace todo entero
y algo se pierde por el modo de hacerlo
Lo que nace, nace entero, pero algo se pierde por el modo de hacerlo. Un concepto bastante complejo de interpretar y de explicar, intentaremos graficar con un ejemplo. Cuando a algunos de nosotros tiene una idea, por ejemplo, una idea para cambiar al mundo, una nueva idea política, que la vemos clarito en el cerebro y que cierra por todas partes, una idea concisa, justa y acabada, para nosotros, una idea genial; pues bien la pregunta es ¿para qué queremos una idea en nuestro cerebro genial y sola, lo ideal sería comunicarla al resto para que se acoplen a esa idea si es que comparten los conceptos, la idea es que salga de nuestro cerebro y comenzar a escribirla o simplemente comentarla o hacer discursos en medio de la calle, en fin hacer todo lo que sirva para que esa idea pueda ser interpretada por otros, seguida por otros, comunicada por otros, lograr que la comunicación de la idea sea lo más efectiva posible y contenga dentro de sí, el elemento multiplicador que nos va a ayudar a que la idea llegue a todos lados. Bien, cuando hemos logrado, escribir, charlar, comentar o comunicar la idea, es decir, cuando la idea se sociabiliza, ya deja de ser una idea para transformarse en una ideología. En síntesis, algo que nace entero, la idea, pierde algo por el modo de hacerlo, la comunicación, y se transforma en otra cosa, la ideología.

salgo de este pozo
y arranco todo de cero
y ahora se inclina la balanza
Cuando uno cae en un pozo depresivo o simplemente cuando cree que no hay salidas, la única salida es volver por donde llegaste, porque más allá no hay nada. Cuando uno toca fondo, lo usa para impulsarse hacia arriba, es decir, toma nuevos valores para resurgir a la superficie, y es ahí cuando empieza todo de cero, es ahí donde tenemos la posibilidad o chance de hacer algo nuevo o distinto de lo que veníamos haciendo. Lo que queremos decir es que no está mal tocar fondo si tenemos la suficiente astucia de usar el fondo para impulsarnos hacia la superficie. Amigos, hay entre nosotros, mucha gente que está en el fondo y lo sabe, sólo que no sabe cómo tomar impulso para salir; es gente como uno, que paga los impuestos, que toma taxis o viaja en bondi, es gente normal, tan normal que muchas veces no sabemos que está tocando fondo; por eso, cuando conocemos a alguien, debemos tantear a qué profundidad se encuentra y ayudarla a tomar el impulso salvador. Ahora que estoy de nuevo en la superficie, con ideas nuevas, con sangre nueva, con nuevas ilusiones, la balanza, se inclina a mi favor, no le queda otra…

y ahora pido yo
pido que se abra todo
porque acá voy de nuevo
entero o a pedazos pero voy
voy, voy, voy
Tengo la balanza a mi favor, es decir, estoy sentado en un platillo de la balanza y en el otro no hay nada, por lo tanto, la balanza se inclina a mi favor y al otro platillo, el que se encuentra vacío puedo llenarlo con lo que quiera, pero guarda, no sea cosa que el otro platillo empiece a pesar más que nosotros, porque sino nuevamente iremos cayendo lentamente por el pozo, porque hemos llenado el otro platillo de la balanza con demasiadas cosas que no podemos sostener ni proteger. Como sea, hoy “pido yo”, pido “porque acá voy de nuevo”, “entero o a pedazos pero voy”. El protagonista del poema, escrito en primera persona, una vez en la superficie pide que se “abra todo” para elegir qué cosas va a poner en el otro platillo de la balanza, qué cosas puede poner que no pesen tanto y me ayuden a mantenerme en la superficie. Es en este momento en donde el autor se juega la vida con cada elección, porque cada elemento que seleccione debe ayudarlo mucho pero también debe pesar poco… El tema es que el autor tiene la ventaja de pedir porque ha tocado fondo, se ha impulsado para salir del pozo y una vez renovado en la superficie, pide que todo se abra para elegir, porque aquí viene de nuevo, entero o a pedazos, pero viene de nuevo…

Voy aunque me quemes fuego
fuego te llevaste un sueño
y me clavaste una lanza en el corazón
Una de las cosas que elige es el fuego, aunque le queme, aunque le haya robado un sueño, aunque le clave una lanza en el corazón, aunque pese demasiado en la balanza, el autor elige el fuego…

Vi ayer oh! tan lejos oh! (oh!)
cosas sin nombre
hasta que se apareció,
Vio aparecer a lo lejos cosas sin nombre que quisiera elegir… Y esto debe sonarnos familiar… El autor simboliza aquí a “las cosas sin nombre”, como las cosas que son excluyentes de los sentimientos y, por lo tanto, no sabemos cómo se llaman. Por ejemplo qué nombre le pondríamos a las mariposas que revolotean en el estómago cuando conectamos con alguien, porque no es calentura, ni amor, ni cariño, ni sexo… es simplemente una especie de “conexión” que se ha logrado con la otra persona… Y en este caso, parece que apareció…

todo estalla alguna vez
párense, todos de pie
oh! Le subí el volumen cero
Las cosas sin nombre aparecen, hay que ponerse de pie, subir el volumen y comenzar a conocerlas. Las cosas sin nombre son todas aquellas cosas que aún no hemos elegido porque no sabemos cómo nombrarlas; quizás por eso hay que subir el volumen y ponerse de pie, para conocer mejor a aquellas cosas sin nombre que van apareciendo y luego, quizás, tal vez, en algún momento, le pondremos un nombre, pero nos reservamos el derecho de elegirlas; sólo por ahora le ponemos nombre…

Fui semilla alguna vez enterrada viva
y puedo ser la pura savia y florecerlo.
En algún momento, surgió algo que conocí y que no tenía nombre, le puse “semilla”; entonces entendí que yo también alguna vez fui semilla porque me enterraron en un pozo y surgí a la superficie como algo nuevo, sin nombre, pero con savia nueva, florecido y hermoso…

Calma no te vayas que la adrenalina
quiero vivirla de este modo y acelero.
Voy, florecido, con savia nueva, descubriendo cosas para ponerles nombres nuevos, eligiendo para que el platillo de la balanza se agite un poco. Así quiere vivir el autor, acelera, con la adrenalina a full, con ansias de saber cada vez más, con ganas de despegar, con la clara intención que el despegue es una forma más de saber y, cuanto más sepa, menos me van a cagar.

Si la cuenta dura diez, ya quiero pista
sólo soporto hasta cuatro y despego.
Ansiosamente, el autor no puede esperar la hora del despegue; ya quiere pista y si la cuenta es hasta diez, él despegue con cuatro. Eso es lo que entendemos de estos dos versos que son bastante literales; sin embargo, quisiéramos hacer una reflexión sobre este tema. Hay que tener mucho cuidado a la hora del despegue, no sólo con voluntad y disposición se aprenden las cosas, también hace falta un tanto de paciencia, tolerancia y comunicación; socialmente hablando, todos estamos en distintos estadíos de la vida, algunos en el pozo, otros tratando de salir, otros poniéndole nombre a las cosas y otros despegando… No sea cosa que nuestra ansiedad lastime o impida la vida de otro.

Cosas sin nombre a kilómetros de hoy
Cosas sin…
Cosas sin nombre y si voy.
Sacúdeme.
Me voy a kilómetros de aquí y de hoy, a buscar cosas sin nombre, a elegir, a nombrar, a equilibrar mi balanza… No obstante, reconozco que necesito alguien que, de vez en cuando, me sacuda…


martes, 25 de agosto de 2015

"La ciudad de la furia" - Soda Stereo





Intérprete: Soda Stéreo
Autor: Soda Stéreo
Álbum: Canción animal
Año: 1990


Análisis y/o Interpretación

Me veras volar
Por la ciudad de la furia
Donde nadie sabe de mi
Y yo soy parte de todos
“Tengo que aprender a volar, entre tanta gente de pie…” Los versos de Spinetta me recuerdan al hombre alado, autor y protagonista ya que está narrando en primera persona. Aquí tenemos dos términos que nos dan la posibilidad de dos interpretaciones distintas; el primero de ellos es “volar”, podemos imaginarnos literalmente a un hombre alado volando sobre la ciudad, o podemos tomar el símbolo de “volar” en su acepción que lo une a la droga, volar después de inyectarse o fumar es un término muy usado en la jerga urbana; el segundo, es más una frase metafórica que un término, con “la ciudad de la furia”, el autor se refiere a la ciudad de Buenos Aires, lugar en donde viven los músicos y porque es la ciudad más grande del país; suponemos que cuando habla de “furia” es porque la compara con una selva en donde prevalece el más fuerte y no el más inteligente. Por tanto, en los dos primeros versos hay una especie de afirmación del yo lírico hacia un tercero anunciándole que lo verá volar sobre la ciudad de la furia.

Nada cambiara
Con un aviso de curva
En sus caras veo el temor
Ya no hay fábulas
En la ciudad de la furia
Veo el cartel con el aviso de curva, doblo, pero nada cambia; por más recorridos, atajos, curvas, contracurvas, rotondas, calles, avenidas y autopistas, nada cambiará, todo será más de lo mismo. Porque aquí no importa la geografía, la selva, los edificios o la urbanización, sino el temor que se ve claramente en el rostro de sus habitantes; son ellos los que están totalmente perdidos, corriendo de un lado al otro sin saber muy bien por qué, automatizados, robotizados y temerosos de que en cualquier momento algo cambie para peor. “Ya no hay fábulas”, es cierto, ya no hay mentiras que valgan porque en la selva no gana el más mentiroso, sino el más fuerte… Porque el más fuerte corre con dos ventajas: su fortaleza y su sentido de la realidad, pues ya no hay ilusiones ni esperanzas, sólo cruda realidad, y el mentiroso no puede con eso... No olvidemos que aún estamos “en la ciudad de la furia”.

Me veras caer
Como un ave de presa
Me veras caer
Sobre terrazas desiertas
Las aves de presa caen en picada, velozmente, para atrapar a la presa que han divisado desde lo alto. En estos versos me da la impresión de que el hombre alado caerá en picada, y no por buscar una presa, sino porque la misma sociedad no deja que se eleve y si lo hace lo bajan de un hondazo. La multitud acobardada nada hace para cambiar, el cambio -volar- le produce un gran terror, y es cierto todo cambio provoca una crisis, pero éste es sólo momentánea; hay que pasar el momento de crisis para llegar al cambio profundo. Por último, el hombre alado, herido y solo caerá sobre alguna de las terrazas desiertas.

Te desnudaré
Por las calles azules
Me refugiaré
Antes que todos despierten
El hombre alado ama a una mujer terrenal y sólo pueden verse cuando las calles son azules, es decir, de noche y alguna que otra luz mortecina que ilumine los rasgos de los enamorados. Luego del amor, el hombre alado debe refugiarse de la gente antes que alguien despierte; pues, los diferentes ven diferente y debe pasar por anónimo si quiere sobrevivir.

Me dejarás dormir al amanecer
Entre tus piernas
Entre tus piernas
El hombre alado pretende sólo un poco de paz; un sueño reparador que le devuelva las fuerzas y lo ayude en su cruzada. Para ello necesita las piernas de su amante que utilizará como refugio.

Sabrás ocultarme bien y desaparecer
Entre la niebla
Entre la niebla
Ella, la única que lo entiende, lo va a proteger bien y ocultarlo de los demás; luego desaparecerá entre la niebla.

Un hombre alado extraña la tierra
Un hombre alado sigue siendo un hombre; y un hombre no puede despegarse eternamente de la tierra, necesita el polvo en sus pies, necesita el abrigo de la madre tierra.

Con la luz del sol
Se derriten mis alas
Estos dos versos hacen referencia al mito de Ícaro, un hombre que su soberbia le hizo fabricarse dos alas enormes de cera para llegar al Olimpo, residencia de los dioses, el tema es que voló tan alto que el calor del sol derritió las alas de Ícaro y éste se precipitó a tierra. Es por ello que el hombre alado no puede volar tan alto y sólo puede hacerlo de noche.

Sólo encuentro en la oscuridad
Lo que me une con la ciudad de la furia
Esa misma oscuridad, esa noche, hace que el hombre alado se reconcilie con la ciudad, es por ello que debe refugiarse en la oscuridad, por el sol, por la gente y para unirse a la ciudad.

Me veras caer
Como una flecha salvaje
Me veras caer
Entre vuelos fugaces
Las flechas salvajes van a la deriva, los vuelos fugaces también; nuevamente lo verá caer por culpa de la intolerancia de los hombres, porque es diferente, porque vuela y porque está enamorado.

Buenos Aires se ve tan susceptible
Ese destino de furia es
Lo que en sus caras persiste
Como habíamos mencionado anteriormente, no es “la” ciudad, es decir la suma de edificios, calles, avenidas y plazas, sino la furia de sus habitantes lo que persiste en sus rostros y transforma a la arquitectura urbana en “la ciudad de la furia”.

Un hombre alado prefiere la noche
Anteriormente habíamos mencionado que el hombre alado sólo puede salir de noche para no ser agredido por los hombres y porque la oscuridad le da la paz y la reconciliación que tanto busca; por eso un “hombre alado prefiere la noche”.

lunes, 17 de agosto de 2015

"El salmón" - Andrés Calamaro/El Indio Solari




Intérprete: El Indio Solari
Autor: Andrés Calamaro
Álbum: Calamaro querido 1
Año: 2006


Análisis y/o Interpretación


Quiero arreglar todo lo que hice mal
todo lo que escondí hasta de mí,
La canción se presenta como una confesión y un pedido de disculpas. El autor habla en primera persona y “quiere” arreglar todo lo que hizo mal, hasta aquellas cosas que escondió muy dentro suyo, cosas que escondió hasta de él mismo. Hay un planteamiento moral, hasta filosófico diría, en donde se pone en tela de juicio aquellas cosas que “tenemos” que hacer, de aquellas cosas que “debemos” hacer. Aún hoy, desde la época de Aristóteles y compañía, se intenta resolver el dilema que plantean los conceptos de “tener” y “deber”. El primero, según mi opinión, implica la decisión particular y voluntaria del individuo que se propone hacer algo, solo faltaría resolver el cómo, el cuándo, el dónde, etc. En cambio el “deber”, se me hace como algo impuesto por la sociedad, como una norma, ley, regla o precepto que hay que acatar, aunque no estemos dispuestos a hacerlo. Sin embargo, en el tema no se plantea ni el “tener”, ni el “deber”, sino el “querer” y, en una opinión muy personal, creo que “querer” se expresa aquí como una fusión entre el deber y el tener, es decir, “querer” hacer algo por voluntad propia, pero también impulsado por la sociedad; cualquiera puede ser el motivo: estar sin dinero, ir de compras, hacer la cola en el banco, etc. Ese “quiero arreglar todo…” obliga a la persona del yo lírico a ponerse en marcha como un deber moral para arreglar “todo”, hasta aquellas cosas que “escondí hasta de mí”.

debo contar lo que yo solo sé,
uh! perdón, Victor Sueiro también.
En este par de versos aparece la palabra “debo”, es decir, hay una obligación moral pero también social de “contar lo que sólo yo sé”. Todo el mundo guarda secretos; “querer” contarlos significaría desembarazarnos de algo que nos agobia, cortar lastres con el pasado para mejorar el presente y planificar un futuro, ya que nos sentimos más “ligeros” espiritualmente hablando. Ahora, cuando se habla del “deber” contar el secreto que llevamos bien guardado, implica, indefectiblemente, la relación con el “otro”; es decir, si “debemos” largar un secreto a la calle es no sólo por una cuestión de alivio personal, sino que, además, implica que la información liberada beneficiaría a “otro” u “otros”. La acción del “deber” liberar un secreto es, entonces, una cuestión moral que el autor se plantea, ya que su secreto liberado descargaría tensiones en diversos ámbitos sociales. En el segundo verso, el autor toma como ejemplo la acción del “deber contar” que, en su momento, decidió “Víctor Sueiro también” (básicamente, refiere a las visiones que dice haber tenido Sueiro después de haber estado clínicamente muerto durante algunos segundos o minutos). La decisión de Sueiro radicaba, fundamentalmente, en el beneficio que arrojaría a la sociedad el hecho de saber qué hay más allá de la muerte y, así, tranquilizar la conciencia de muchos. Víctor Sueiro también se hizo un planteo moral al momento de decidir sobre el “deber” de contar o no lo que le sucedió. En una mirada comparativa, el autor se pone a la altura de Sueiro y, tal como él, se plantea también la posibilidad de que su secreto podría modificar (para bien o para mal) el accionar o la reputación de ciertos individuos y, sobre todo, la relación que mantiene el autor con éstos. Si a esto le agregamos que el autor “quiere arreglar todo lo que hizo mal”, el tema del “deber contar” se hace aún más fuerte.

Quiero arreglar todo lo que hice mal
todo lo que escondí hasta de mí,
debo contar lo que yo solo sé,
uh perdón, Ángel Cristo también.
La repetición de versos o estrofas completas es un clásico no sólo en las canciones del rock nacional, sino en la música en general; estilo barroco, le dicen. La repetición tiene la propiedad de realzar el valor de lo que se está tratando de transmitir, logrando que el público-escucha preste mayor atención al tema de la letra. Esta función particular recae, siempre, en los “estribillos”; estrofas que se encargan de realizar una reducción temática o síntesis de la canción y, además, inducirle importancia a la idea haciendo repetitiva su mención.
En este caso particular, se repiten los tres primeros versos pero, en el último, se cambia el personaje con el cual se compara el autor en este tema del “deber decir”. Cristo, por cuestiones morales y religiosas, sintió el deber de transmitir su mensaje al resto de la gente para el beneficio de todos. De la misma manera, el autor cree que su “deber decir” involucra cierta acción social para beneficio de la mayoría.

Se ve que para algo usé la cuchara,
porque no encuentro sopa, postre ni ensalada,
hay botellas vacías de marcas extrañas,
las debo haber tomado, que resaca.
Dos versos que hacen referencia a la droga, más específicamente a la heroína, ya que la misma se prepara poniendo el polvo de heroína disuelto en agua en una cuchara, y se calienta la misma con un encendedor hasta que empieza a hervir, luego se carga la jeringa, se espera unos minutos a que el líquido se enfríe un poco y se inyecta por vía venosa; el efecto es inmediato, la mayoría de las veces no alcanzan siquiera a quitarse la jeringa del brazo. Se dice que la heroína es una de las drogas más duras que se comercializa ilegalmente. La adicción a la misma es casi inmediata y la recuperación del drogadicto es muy traumática.
De la misma manera, la adicción al alcohol, es vista hoy como una enfermedad adictiva de la cual no se “sale” si no se dispone de la suficiente fuerza de voluntad personal para hacerlo, ya que no hay ni medicamentos, ni tratamientos cien por ciento efectivos.
El tema aquí es cómo se mezclaron estos versos con lo que venimos diciendo sobre el “deber decir”. Mucha gente requiere, para revelar un secreto, cierta dosis de “voluntad extra” a fin de juntar coraje, sobre todo, cuando “el deber los llama”. Y es aquí, entonces, cuando nos metemos con “la voluntad”, otro tema que ronda a la sociedad y al individuo como un espectro difícil de resolver. La voluntad es hermana de la perseverancia y sobrina de la duda. Tengo una hermana que continuamente está diciéndome “vamos, vos podés”, pero a la vez, tengo a una tía que me susurra a la oreja “¿vale la pena?”.  En estos tiempos, la voluntad primaria, individual, personal y legítima, cuesta bastante ponerla en práctica; siempre necesitamos un “empuje” de algo adicional que nos permita sacar la cabeza del pozo. La voluntad implica no sólo perseverancia y duda, sino también resentimiento, miedo, valor, ilusión, trabajo, calma y toda una serie de estados psíquicos y espirituales que, una vez concretada la acción para la cual utilizamos nuestra fuerza de voluntad, se ponen de manifiesto para otorgarle al individuo placer o angustia dependiendo del caso. La voluntad no asegura el éxito de una empresa, sólo es el motor que nos pone en marcha, y todos sabemos que un motor puede usarse tanto para hacer el bien como para hacer el mal. No obstante, la voluntad escasea porque la mayoría de las veces nos sentimos desilusionados con los resultados obtenidos después de tanto esfuerzo. Podemos aquí, engarzar otro tema que corroe a la sociedad de nuestro tiempo, la falta de reconocimiento ante el esfuerzo. Muy pocas veces, con sincera honestidad, he visto “reconocer” el trabajo desinteresado de otros para el bien de muchos. Desgraciadamente, la sociedad argentina se mueve dentro de un sistema de valores muy fluctuantes que terminan malogrando la fuerza de voluntad de unos pocos. Si partimos de la base que la voluntad aquí invocada se resuelve para dar a conocer, con mucho esfuerzo, el secreto personal de alguien que podría afectar a ciertos círculos o sectores de la sociedad, y si a eso le agregamos que el sujeto (el autor) es un tanto “blandito” en cuanto a voluntad se trata, entonces sí hace falta un “toque” de voluntad extra para terminar con la empresa. Ese “empuje” extra que requiere el yo lírico proviene de la droga y el alcohol; dificulto que de otra manera se “anime” a contar su proverbial secreto.

No pienso estar Enero en Pinamar
no me asusta el fantasma Yabrán
que tentación yo me voy a El Bolsón
reservé por ahí una gran suite.
En este par de versos, el Indio Solari mete a Yabrán, cambiando el texto del segundo verso; el original es: “no me gusta cagar en el mar”.
Caben aquí dos opciones. En primer lugar, consideremos por un momento que el secreto fue revelado; en este caso, no cabe dudas que el autor está pensando en escapar de las consecuencias que se han generado por la divulgación del secreto. No obstante, y en segundo lugar, la interpretación que más me satisface, la más jugosa diría, es la de huir “sin” revelar el secreto; esconderse en algún lugar y evitar así ser atosigado por el público (y por él mismo) a fin de que revele su secreto. Sin embargo, todos sabemos que de nada sirve huir o escapar o simplemente cambiar de lugar geográfico de residencia, cuando un tormento emocional nos corroe el alma; pues también todo el mundo sabe que dicho tormento nos seguirá hasta el fin del mundo. Huir o escapar no es la manera más elegantemente correcta de hacerle frente a un dilema, sobre todo cuando éste trae aparejado consecuencias sociales. El autor se siente perseguido por la duda que lo carcome y, como todo perseguido, huye. Revelado o no el secreto, el tema del escapismo ante la primer eventualidad o dilema grave que se nos presenta es inherente al ser humano; muy pocos se quedan para hacerse cargo y enfrentar (o enfrentarse) el problema que los preocupa. Cuántos proyectos postergados, cuántas almas sin consuelo, cuántas relaciones rotas se hubiesen evitado sólo plantando el pie en tierra y hacerle frente a un dilema o problema que nos urge resolver.
Un párrafo aparte se merece el personaje “Yabrán”. El Indio declara “no me asusta el fantasma Yabrán”, y tiene razón porque Yabrán no es ningún fantasma. Pero vayamos por partes. Yabrán era el dueño de la privatizada empresa Correos Argentinos. En ella amasó una increíble fortuna realizando negocios no tan santos en la época de nuestro ex presidente Carlos Menem, utilizando sus influencias y sus poderes para efectuar lavado de dinero, contrabando, etc., y beneficiando con esto a los innumerables amigos del poder de turno. Todo iba bien hasta que una noche de enero, cuando se realizaba una fiesta en la casa que Yabrán poseía en Pinamar y en donde había todo tipo de invitados: los viejos amigos, los obsecuentes de siempre y los que querían ultimar nuevos negocios con el empresario, un fotógrafo, José Luis Cabezas, toma una inocente fotografía de Yabrán junto a sus invitados. José Luis fue expulsado de la fiesta debido a la ofuscación del empresario, y al día siguiente aparece Cabezas “suicidado” con dos tiros en la nuca, maniatado y encapuchado, en una especie de basural del pueblo. A medida que la investigación del crimen iba avanzando, todas las pruebas fueron apuntando sistemáticamente a la figura de Yabrán. Cuando el encarcelamiento del empresario era inminente, aparece un cadáver en el baño de la casa de Yabrán en Buenos Aires, con un escopetazo en la cara. Prontamente, se dispuso todo para dar a conocer que el cadáver pertenecía a Yabrán y asunto resuelto. Ya no más investigación sobre el crimen de José Luis, pues el autor del mismo había muerto. Caso cerrado. Según mi opinión el cadáver perteneció a algún desdichado parecido al empresario, montaron toda la escena del suicidio y ahora Yabrán se encuentra regenteando alguna que otra empresa en algún lugar del mundo, con una perfecta cirugía facial, documentación nueva, una enorme fortuna en sus manos y libre de culpa y cargo. Insisto, por ello al Indio no le “asusta” el fantasma Yabrán, simplemente porque no lo es.
Finalmente, el autor declara no querer estar en enero en Pinamar, pero sí en El Bolsón. Y hay aquí otro temita muy nuestro implantado como hecho social. Los argentinos, o al menos una gran parte de ellos, planifican sus vacaciones con suficiente antelación tomando como parámetro de decisión “en dónde estará la movida este año”. Pinamar y El Bolsón como los dos polos opuestos de la sociedad beligerante que sale a vacacionar. ¿Por qué beligerante? Porque la gran mayoría no se preocupa de estos temas y se amontona en Mar del Plata, o en Carlos Paz, o en Bariloche. Aquellos que no nos bancamos el amontonamiento de gente y queremos algo de paz nos vamos a El Bolsón, donde todo es tranqui, sin quilombos, sin ruidos raros, mucha música callejera y donde todo es buena onda. Mientras que, en el otro polo, la cosa no es tan tranquila sino obscena, donde la música es estridente y sale de las agencias de autos que invaden la avenida principal, y la buena onda la conseguís en el concesionario de Honda, en donde podés comprarte un cuatri, una moto, o el último modelo de auto…  Pinamar como la careta (o el estilo de vida) que prefieren muchos argentinos para continuar el estándar de vida que han amasado en la ciudad; Pinamar es un centro turístico en donde la obscenidad del dinero (muchas veces de dudoso origen) es la reina que maneja desde el ruido y la moda de los trajes de baño, hasta los negocios que no se han podido terminar en Buenos Aires y van a concluirse al balneario, mojito mediante. En las antípodas nos encontramos con El Bolsón, un pueblo grande o una ciudad pequeña, en donde el dinero sólo se tiene en cuenta para sobrevivir y la madre naturaleza es la que marca el ritmo de la aventura de vacacionar. Al momento de escribir estas líneas, las descripciones se ajustan más o menos al ritmo de vida de cada centro turístico. No obstante, y al paso que vamos, todo es corruptible y francamente espero que esto no suceda con pueblos como El Bolsón cuyos habitantes hacen lo imposible cada temporada por despegarse de las malas juntas. Para terminar, el autor elige El Bolsón, pero ojo, en una “gran suite…”; para pensar.

No pienso estar Enero en Pinamar
no me excita el fantasma Yabrán
que tentación yo me voy al bolsón
reservé por ahí una gran suite.
Cortito y al pie. En esta estrofa se repite la anterior y El Indio cambia “asusta” por “excita”. Y no es menos importante, pues con ello se pone de manifiesto otro de los grandes entretenimientos argentinos: la morbosidad. Cuando El Indio habla de “excitación”, lo hace en el sentido de la morbosidad que generó en la gente el asesinato de José Luis Cabezas y el ¿suicidio? de Yabrán… Los argentinos nos excitamos fácilmente con la morbosidad que chorrea de las páginas de la prensa amarilla y sensacionalista. El amarillo y el rojo hacen un buen contraste, lástima que sea tan excitante.

Revíseme el aceite, el aire y el agua,
revíseme a mi el coche no tiene nada
Llegados a este punto, nos podemos encontrar con dos interpretaciones. La primera es la literal; en su viaje a El Bolsón, el autor hace una parada en la estación de servicio para cargar combustible y, de paso, que le revisen el aceite, el aire y el agua del motor de su vehículo. No obstante, y como segunda interpretación, conociendo la ironía y el manejo que hace Calamaro de los símbolos, podemos ir un poco más allá y tomar el aceite, el aire y el agua como elementos que articulan una propuesta literaria aún más profunda. Veamos. Cuando Calamaro pide la revisión de estos tres elementos (aceite, aire y agua) no se refiere, y lo dice expresamente, al auto sino a él mismo. Quiere testear de alguna manera que puede seguir adelante con su proyecto y, por tanto, pide que lo revisen a él y no a su auto. En este estado de cosas, podemos inferir tomando al “aceite” como un elemento lubricante que le hace falta al autor para seguir adelante, es decir, se debe estar bien “lubricado” (bien decidido y con la mente clara) para tomar las decisiones que el yo lírico tuvo que tomar en su momento y que más arriba mencionamos como el “empuje” de voluntad que le hacía falta para concretar su empresa. Por otro lado, el aire puede pasar a llamarse “humo” y, bajo estas condiciones, entender que se refiere a la cantidad de cigarros armados que lleva para no aflojar con el coraje. Finalmente, cuando refiere al agua, podemos tomarlo como “bebida” y es parte de lo mismo. Calamaro solicita una inspección de los tres elementos necesarios que le facilitarán la tarea de revelación una vez llegado el momento.
En párrafo aparte podemos ver que el autor está plenamente convencido de realizar el viaje para revelar o no el secreto tan bien guardado; y lo podemos inferir con el verso “el auto no tiene nada”, es decir, está listo para seguir adelante; en todo caso el que está dudando es él.

en esta ocasión voy a pedirles perdón
si es rápido y es gratis...Why not?
¿Por qué pedir perdón cuando a alguien le pinte la ocasión de hacer algo rápido y gratis? O mejor ¿Qué cosas puede hacer uno que sean rápidas y gratis y después tengamos que pedir perdón? Tengo la impresión de que estos versos se enganchan con los dos primeros de la canción en donde dice que quiere arreglar todo lo que hizo mal… Es decir, por un lado, quiere cambiar para estar mejor, pero también, si le pinta algo rápido y gratis, lo hace y después pide disculpas… Otra costumbre muy argentina: mandarse la cagada y después pedir perdón, como si pidiendo perdón se acabaran todos los problemas ocasionados. Por mi parte puedo aportar que cuando el error se repite, de nada sirve el perdón. Por otro lado, las cosas que hacemos rápidas y gratis y luego “debemos” pedir perdón, se debe a que son cosas mal hechas o que desde sus comienzos están mal moralmente hablando. ¿El autor estará pidiendo perdón por anticipado por el secreto revelado? ¿El autor creerá que revelar un secreto es rápido y gratis? Sí, quizás tenga razón, según dicen la mentira tiene patas cortas y la verdad… La verdad no siempre es buena, pero es rápida y gratis…

Siempre seguí la misma dirección
la difícil la que usa el salmón
El mundo está hecho tal cual es. Cualquier intento de cambio genera una crisis que a veces dura años. La revelación de un secreto que involucra a ciertos círculos sociales y tal vez no se olvide nunca, pero el acto concreto de la revelación es simple y puro; son las consecuencias las que nos atrasan en nuestra evolución. No hay otra forma que remar a contramano cuando alguien propone un cambio y si ese cambio proviene de asegurar una verdad concluyente, muchos se rasgarán las vestiduras y se tirarán de los pelos… pero la verdad existe y es única en cada caso. Develar algo que nos corroe es, a todas luces, haber remado a contramano, es decir, haber defendido nuestros ideales y nuestra vida (o nuestra forma de vivir o de ver al mundo) a pesar de que la mayoría corra en sentido opuesto, tal como hace el salmón, que se pasa la vida nadando en contra de la corriente del río para desovar y dar vida.
El salmón, y su forma de sobrevivir (desovar río arriba, en contracorriente, en contramano), nos muestra aquí una metáfora de lo que significa pensar o accionar en contra de lo que la mayoría de la gente cree como normal. ¿Vale la pena definir lo que es normal…?

siento llegar al vacío total
de tu mano me voy a soltar.
Podemos suponer aquí que el autor ha revelado el secreto y ahora se siente vacío, totalmente. Y no deja de ser cierto, cuando el misterio es develado, la persona que lleva la carga del secreto siente que le han sacado una tonelada de encima; y esto pasa aquí y en la China. No podemos soportar por demasiado tiempo el peso de un secreto, en algún momento, muchas veces el menos esperado, se sueltan las amarras de la verdad y el vacío es total. Nada hay para dar, nada hay para tomar; el vacío nos sublima hasta la próxima parada. El autor ha llegado a un momento de su vida en donde no le encuentra sentido a nada, por eso su vacío total, supone no tener pasado y el futuro es una sonrisa borrosa; el presente, el presente es esto que me pasa mientras me pregunto qué es el presente… En este estado de vacío total, uno siente como flotando porque no hay techo ni piso, no hay arriba, no hay abajo, ni derecha, ni izquierda… somos apenas polvo arrastrado por el viento. El autor toma conciencia del estado en que se encuentra, por lo tanto va a soltar la mano de su chica para no arrastrarla con él… Porque una vez vacío, nada puede ser solidario con nosotros; estamos completamente solos girando en el más oscuro infinito. Por ello cortar amarras, desprenderse de todo, que nada nos ate, liberar el lastre. ¿Para qué? Pues para no dañarlo, para que vuelva una vez que nos completemos, una vez que estemos listos para seguir… el camino del salmón.

Dame, dame, dame
un poco de tu amor
yo a cambio te ofrezco
una montaña de horror.
Fue un proceso intenso: demoliendo preconceptos, convenciéndome que ese era el camino, hube de darme fuerza de voluntad extra para lograrlo, revisé mis fluidos para que todo marchara, huí a un lugar bucólico para expresarme, fue rápido y gratis pero nada agradable. Merezco un poco de tu amor para entender que todo esto no fue en vano. Yo… yo no tengo nada para darte, sólo esta montaña de horror que fui construyendo en el proceso de la revelación. Nada tengo para ofrecerte; sólo esta montaña de horror que fui construyendo día a día. El horror como partícipe directo y protagonista principal de este aquelarre de verdades en donde el vacío se hace hermano de la duda. Dame un poco de tu amor, yo te doy todo lo que tengo, pues estoy vacío y sólo cuento con esta montaña de horror. El horror que fui construyendo remando contra la corriente, igual que el salmón.