Intérprete: Almendra
Autor: Luis Alberto Spinetta
Álbum: Almendra
Año: 1968
Edelmiro Molinari: guitarra y
coros
Emilio Del Guercio: bajo y
coros
Luis Alberto
Spinetta: guitarra y voz
Rodolfo
García: bateríaInterpretación y/o Análisis
Ana no duerme,
espera el día,
Ana espera el día con ansiedad... Ana
no ve acercarse el momento en que la oscuridad se desvanezca y llegue la luz
del día. Ana espera y justamente esa espera provoca que Ana no duerma:
ansiedad, depresión, angustia, o sólo aburrimiento o tedio. El hecho es que Ana
no puede dormir porque la noche la abruma; y en esta pelea oscura entre Ana y
la noche sólo gana la ansiedad y el tiempo... Tiempo que Ana no tiene y
ansiedad que no necesita, pero ansiedad y tiempo siempre fueron de la mano…
¿Cómo ganarle a la ansiedad si no es con tiempo? ¿Cómo pasar el tiempo si no es
con ansiedad? Y la noche es el momento ideal para pasar el tiempo ansiosamente,
cuando la fiebre ataca…
sola en su cuarto
Ana quiere jugar
Vemos también que Ana está sola en la
noche y que, por supuesto, le molesta estar sola. Ana busca compañía para
jugar. Ana desea soñar, tener ilusiones, deseos. El juego y la soledad son los
extremos de una cuerda por donde Ana transita... Y la cuerda… La cuerda es la
noche…
sobre la alfombra,
toca su sombra,
toca su sombra,
Ana está molesta porque es de noche y
está sola; su única compañía es su sombra. Y… ¿Quién no sabe que la sombra es el
reflejo deformado de nosotros mismos? La sombra es algo que nunca nos deja
(salvo en el mediodía vertical) y, paradójicamente, cuando nos ponemos a jugar
con nuestra sombra es porque estamos verdaderamente solos. Ana, entonces, toca
su sombra, para sentirse viva, para saber por un lado que no está tan sola, y,
por el otro, que su misma sombra le confirma la soledad y el tedio...
cuenta las luces,
mira la gran ciudad.
mira la gran ciudad.
Apoyada en el ventana, ansiosa,
molesta y sola, Ana cuenta las infinitas luces de la gran ciudad... Centenares
de edificios con ojos en blanco y negro, le susurran al oído, la multitud que
la rodea, que también está sola y que también espera… ¿Cómo es posible sentirse
tan sola entre tanta gente...? Si, Ana, las grandes ciudades tienen eso, el
anonimato como punto de partida y la soledad como meta de la noche… ¿Alguno de
ustedes tuvo la experiencia o se puso en el pellejo de alguien que esté
verdaderamente solo? ¿Alguien probó la soledad más absoluta aún estando rodeado
de amigos y conocidos? Es una experiencia trágica, ya que, cualquiera de los
caminos que tomemos nos lleva a un final como mínimo poco agradable: por un
lado, podemos ponernos la careta y relacionarnos con el grupo, pero… cuánto
tardará el grupo en descubrir los hilos de la máscara; por otro lado,
simplemente nos vamos, ¿y dónde terminamos? tirados en la cama, mirando el
ventilador de techo, fieles a nuestras convicciones, pero solos… Por ello es
que, en este sentido, considero a la soledad como una tragedia cotidiana de la
cual tenemos que reflotar y remarla todos los días…
Ana no duerme
juega con hadas
juega con hadas
Decididamente, Ana prefiere el
encierro de su hogar; tirada en la cama, Ana se decide por el juego. La cuerda
cae, pues se olvida de la noche y Ana se detiene a jugar con hadas. Las hadas
son símbolos de los sueños, las esperanzas, las ilusiones, los amores de Ana.
Finalmente, Ana no está tan sola... Por un lado, se ha olvidado que es de
noche, por lo tanto nada la abruma; y por el otro, al disolverse la cuerda –la
noche- Ana quedó colgada de uno de sus extremos, los juegos. Finalmente, Ana
juega con hadas y la noche ya no la abruma…
tal vez mañana
despierte sobre el mar, el mar,
despierte sobre el mar, el mar,
sobre el mar, el mar.
El mar es aquí un símbolo de paz, de
grandeza, de quietud, de calma, de esperanza; un inmenso lugar repleto de
misterios, en donde todas las fantasías pueden hacerse realidad. No obstante,
Ana no está segura. Y la duda de Ana consiste en jugar eternamente con sus
sueños sin poder concretar ninguno de ellos... El mar la espera... Tal vez
mañana despierte... Tal vez mañana… ¿Y si no despierto de este insomnio, de
este juego, de esta ilusión…? ¿Si las hadas no se van nunca? ¿Y si Ana no puede
concretar con ninguna de ellas y sólo se queda en el plano de las ilusiones, de
los sueños, de las fantasías? El mar promete… Pero es tan vasto y misterioso.
Ana de noche
hoy es un hada
hoy es un hada
Ana por fin concreta; se decide por
una de sus hadas y le mete ganas al asunto…Ya tiene un sueño en mente, ya tiene
una esperanza. Ana es noche; Ana decidió ser un hada; Ana ha jugado, ha dudado
y ha ganado... Ana despertó sobre el mar y se ha convertido en uno de sus
sueños... El mar que tanto la asustaba, por fin le regaló el misterio de una
esperanza…
canta palabras
canta y se torna luz.
canta y se torna luz.
Ana ya no le teme a la noche, ni a la
soledad, ni al mar; porque Ana es noche y Ana es luz, porque tuvo el coraje de
desprenderse de la soga –la noche- y optó por un hada, se ilusionó y le perdió
el miedo al mar para que hiciera el resto. Ana ha ganado la partida y ahora Ana
es sueño y es faro y es palabra... Ana ya no le teme a la oscuridad, a la
noche, a la soledad y al mar porque Ana, ahora, tiene luz propia...
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